jueves, 23 de diciembre de 2010

Libros de la quincena

(advertencia: las calificaciones son relativas y dependen de los libros contiguos)

1)El perseguido de Guebel 4/5
Es un buen puntaje. Revolucionario, irreal, exotista, pensante, autoconsciente. Esa capacidad para mutar que tiene la novela la vuelve un experimento fantástico que atenta a todo procedimiento normalizador. Punto en contra: algunas ridiculeces humorísticas, como cuando persigue a alguien con una motosierra y el otro se tira pedos. Es ridículo.

2)Barrefondo de Bruzzone 2/5
Realista ramplona, heredera de un Aira matizado por el mercado, sobrevaluada. Iteresantes descripciones del sol, interesante la vida del piletero, pero nada más. Ni siquiera no cuenta nada, eso sería interesante.

3)El error de Aira 5/5
De lo mejor que leí. Una belleza exótica. Transforma a el Salvador en una selva de plástico en miniatura y crea su verosímil ahí, lo arma y lo desarma permanentemente. Es tan buena que ni me acuerdo de la trama. La prosa de Aira es meditativamente hipnótica.

4) Estocolmo 3/5
Tengo miedo de estar sobrevaluándola. Homoerótica y brutal, relacionada con la realidad chilena, una novela del exilio y de la pasividad. Descripciones interesantes. Puntos en contra: la necesidad de relatar la realidad social de Chile y las realidades digitales. Muy de novato.

5) El animal moribundo de Roth 3.5/5
Hay partes de la novela que son cinco estrellas. Si hubiese sacado todo lo del hijo y de la revolución sexual. La grandeza de esta novela está en el relato de la chica cubana, el sexo y el cancer. Amor y muerte. Miedo y deseo, todo ligado conjuntamente, con reminiscencias a Arlt, un expresionismo brutal que puede aterrorizarlo a uno. Roth no tiene piedad.

6) La banda del ciempiés de Levrero 4/5
Tuve Nick carter en mis manos y no lo leí por prejuicio. Fue un error, veo yo. Levrero dice que esta novela no es literatura, se equivoca. Es autoconsciente, pensante, múltiplemente paródica, de final Unamuniano, que funciona a base de recargadas situaciones, digresiones, sobreexplicaciones. A veces uno ya no sabe qué está parodiando, si son muchos géneros juntos, si es la realidad, si será, acaso, al propio Levrero. Si eso es lo peor que tiene, ¡Qué será lo mejor!

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