lunes, 28 de febrero de 2011

Libros del mes

(Se termina lo que se daba... ya casi no hay excusas para los "libros de la quincena", se me acabaron las vacaciones...)

Una vida de Pierre Menard, de Michel Lafon (4/5)
Encuentro este libro. Está traducido por Aira y comentado elogiosamente por Chitarroni, Guebel Y Piglia. Toda la artillería pesada defiende la novela. ¿Por qué? Porque habla de los argentinos. Pero esta novela tiene su encanto propio, que vive sin Borges. La parte del Jardin des Plantes es deliciosa. El jardín-libro avanza lentamente, con una prosa clásica pero fragmentada y discursiva. La verdadera historia: sí hubo un Menard, no Pierre. Supongo que Lafon incrementa y desdobla el mito: ya Menard se deshace en sus propias letras.

El Artista, de Laiseca (3.5/5)
Parodia a veces sublime a veces grosera del arte moderno y su auto vaciamiento, esta novela se desarrolla bajo un porteñismo acérrimo. Lo cual es, en este caso, una ventaja: se arma una analogía porteño-artista-canchero, que se va disolviendo en patetismo hacia el final. Hay diálogos imperdibles, como el crítico de arte que se "chamuya" a la intelectual (bla bli blu, etcétera).

Nueva historia de las crisis financieras, de Marichal (N/N)
La prosa es, a menudo, desagradable. Molesta que se llame "literatura" a lo económico.

Engaño, de Philip Roth (3/5)
Esta novela parte de Puig: el diálogo sin narrador, discurso en estado puro. La historia es similar a "el animal moribundo", y es peor. Sexo, sexo, Freud. Este hombre saca de su verga todas las tramas. Y después, oh casualidad, cancer. Pero no es tan buena, tan violenta como la otra. La resolución parece un truco de Humbert Humbert mal armado. No satisface lo suficiente. Basta de Roth (por ahora).

Dublineses, de Joyce (4/5)
No es el Ulises, pero sin este libro, Ulises no habría existido. Realista hasta lo cínico, combina las cualidades más terrestres de dublin. Se podría decir que es un croquis de Dublin, mientras que el Ulises es la ciudad misma. Va desde la infancia hasta la vejez, como si el libro, a través de los relatos, se cansara. Lo interesante es que los relatos son bastante antihemigwayanos: muestran una realidad sin segundos planos, como si fueran anticuentos.

Trilogía involuntaria (la ciudad, París, el lugar) de Levrero (5/5)
Excepcional, maravillosa, demuestra que Kafka era un uruguayo que habla alemán. La ciudad es realista, pero misteriosa. El hombre, atrapado en el pueblo, no puede salir. En Paris, un hombre llega a esa ciudad sintiendo que ya ha estado ahí. La trama se vuelve más fantástica e irreal. El lugar es un hombre que camina en una sucesión de habitaciones sin fin. la primera parte de la novela es el punto culminante de la trilogía, pero el final de esta novela decae bastante. Mas Levrero, por favor.

Un arbol de la noche, de Capote (4/5)
Este libro de cuentos es delicado y sutil muchas veces. De marco muy duro (los años de Hollywood) teje un sistema de ilusiones y desilusiones. El halcón decapitado es, lejos, el más lírico y complejo de los relatos. Capote tiene el defecto (o la virtud, depende de cómo se lo mire) de hacer que todos los narradores sean ingenuos, como si fueran chicos o mujeres.

La maravillosa vida de Oscar Wao de Junot Díaz(3.5/5)
Este libro ganó como cuatro premios al mejor libro del año. Me parece exagerado. Cuenta dos historias: una la de un nerd gordo intergaláctico y su familia dominicana supersticiosa, y la otra es una novela del dictador Trujillo. No leí La fiesta del chivo, pero parecería ser una respuesta, porque tiende más a "El recurso del método", de Carpentier, por las alusiones y la prosa frondosa, y a "Yo el supremo", de Roa Bastos, por lo introspectivo y megalómano. El autor dice que tardaba una semana en escribir cada frase, me parece irreal.

sábado, 12 de febrero de 2011

Arte poética

Mirá,
un relámpago lerdo
se escabulle entre las nubes.
Eso

viernes, 4 de febrero de 2011

¿Sarmiento progre k y Hernandez oligarca?

En 1869 el presidente sarmiento ordenó concretar el primer censo nacional. Los argentinos eran por entonces 1.836.490, de los cuales el 31% habitaba en la provincia de Buenos Aires y el 71% era analfabeto. Según el censo, el 5% eran indígenas y el 8% europeos. El 75% de las familias vivía en la pobreza, en ranchos de barro y paja. Los profesionales sólo representaban el 1% de la población. La población era escasa , estaba mal educada y como la riqueza estaba mal distribuida. Sarmiento fomentó la llegada al país de inmigrantes ingleses y de la Europa del Norte y desalentó la de los de la Europa del Sur.
Desde el gobierno Sarmiento intentó concretar proyectos renovadores como la fundación de colonias de pequeños agricultores en Chivilcoy y Mercedes. La experiencia funcionó bien, pero cuando intentó extenderla se encontró con la cerrada oposición de los terratenientes porteños.
"Quieren que el gobierno, quieren que nosotros que no tenemos una vaca, contribuyamos a duplicarles o triplicarles su fortuna a los Anchorena, a los Unzué, a los Pereyra, a los Luros, a los Drugan, a los Cano, a los Leloir, a los Pelero y a todos los millonarios que posan mirando como paren las vacas."

En un debate parlamentario un diputado estanciero acusó a Sarmiento de ser pobre y que si se lo ponía patas para arriba no se le caería un sólo peso. Don Domingo le respondió: "Puede ser, pero a usted lo pongan como lo pongan nunca se le caerá una idea inteligente." "Yo estoy hace tiempo reñido con las oligarquías, las aristocracias, la gente "decente" a cuyo numero y corporación tengo el honor de pertenecer, salvo que no tengo estancias."

Desde las páginas de "El Censor" se opuso a las concesiones excesivas a los ferrocarriles ingleses: "En los Estados Unidos son frecuentes las concesiones de terrenos a lo largo de los ferrocarriles; pero se hacen en lotes alternados, promediando entre los concedidos uno de igual extensión que retiene el propietario original. De este modo se consigue que no se entregue para siempre el dominio del territorio atravesado por la línea a los que la explotan con todas sus ventajas y hacer valer el propio terreno tanto en lo futuro como valga el vecino concedido. Conceder también centenares de leguas porque hoy valen poco, pero que valdrán millones, es prodigar irreflexiblemente la fortuna."


-Creo que no se ha destacado un rasgo del libro de Hernández. Me refiero a que Fierro no es un gaucho por voluntad propia. Es un pequeño campesino arrendatario que ha sido convertido en gaucho por la ofensiva reclutadora del Estado. Hernández conocía ese mundo rural y sabía que estaba muy poblado por campesinos, arrendatarios y pequeños criadores de ganado. Y lo que muestra no es la lucha entre el gaucho y el estanciero, que no la hay en el Martín Fierro, sino un mundo rural relativamente armónico que es perturbado cuando el Estado interviene en él. Esto se ve muy claro en un estudio de Tulio Halperín Donghi llamado José Hernández y su mundo, que analiza el libro y la obra periodística, observando esta visión idílica del mundo rural. ¿Hernández lo veía como un mundo sin conflicto?
-Halperín Donghi advierte que los textos de Hernández coinciden con los temas que va a plantear la Sociedad Rural, que se crea hacia 1860, dibujando una sociedad relativamente idílica y de armonía entre los grandes y pequeños propietarios y los peones. Hernández coincide con ellos en que el problema está en el Estado con sus impuestos, con sus jueces corruptos y con los reclutadores que se llevan a los trabajadores de las estancias.
de http://edant.clarin.com/diario/1998/04/05/i-02001d.htm