miércoles, 24 de noviembre de 2010

Estado de las cosas presentes

Fracasado, aburrido, como quien dice (como quien dice, muletilla saeriana) hecho concha. (Aliteración de ches). Pelotudez humana. Como feliz.

martes, 23 de noviembre de 2010

Proyecto de novela (esta vez, real)

Veo que nadie lee lo que escribo. Está bien. Me gusta. Nunca escribí un diario íntimo, me parece algo ingenuo. Por lo menos, ególatra. Pensar que hay un evento trascendente por cada día de vida es una estupidez fanfarrona. Me gusta. Nunca lo había pensado. Me gusta y -esto sí- me siento a gusto con la derrota. No soy de esos que dicen que no escriben para ningún lector, pero encuentro interesante la figura del que quiere ser leído y no lo es. Una vez había pensado que tal vez la literatura de mercado no es tan mala. Imaginé, además, un escritor ubérrimo (por BlackBerry) de mercado, que escribe todo pensando en el lector, en las convenciones, en la trama, en los personajes, todo al extremo: hasta producir un cliché insostenible pero repetido una y otra vez. Sería vanguardistísimo, porque llevaría hasta últimas instancias la mediocridad de la ficción (que no es lo mismo que la mediocridad de la realidad)

Estoy a punto de escribir una novela -a punto de empezar a escribir- la mejor de todas. Llevo como lema la frase la siguiente siempre es la mejor. No es por vanguardia, es más una forma de seguir viviendo. No sé hasta cuándo lo voy a sostener porque

Y a veces dicen que los escritores tenemos un don -el don de la palabra. La frase es lo más estúpido que leí en mi vida (aunque mi vida es tan corta... cómo decirlo... nene de pecho... úteros blandos... firmes labios de sexo... en fin... siempre encuentro frases más pelotudas de mi vida, todas son frases más pelotudas de mi vida): el poder escribir no es un don. En todo caso el don es el ocio para escribir. Escribir bien es tan útil para el escritor cmo cazar mariposas. Incluso el "poder escribir" es nocivo. Apuntes: Beckett, Kafka, Borges, ir en contra, siempre en contra

y tiene nombre de número, de número imaginario, tal vez, quién sabe. Muy metafísica, total, novela impermeable y esponja

en suma:una cagada.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Proyecto de novelas

Tuve una pifanía (suponiendo que las
epifanías se tienen y no que las epifanías lo tienen a uno
o que somos los pretextos para que las epifanías ocurran)
sobre la novela del futuro
novela: palabra vulgar, desabrida, filistea
hilachas de la literatura
contenedor de desperdicios de las artes
mamotretos deformes que se desarman a los ojos
y sentí la necesidad
(la palabra sentir es compleja
sentimos sin saber lo que sentimos
en la maraña de sensaciones sin nombre
como golpes intuitivos, como misterios, como violines desafinados de intensidad creciente)
de contar, brevemente, en un poema
en un poema, para evitar el absurdo
de hacer una novela que cuente mis deseos de hacer una novela
y que no sea finalmente la novela que yo quería escribir
y que nunca, nunca voy a escribir
porque aunque pudiera, aunque esta enfermedad me dejara unos meses más
(inútil describir el frío de cuchillas en el estómago, las fiebres insoladas
en la cabeza toda rapada y zurcida, el batón desnudo que me envuelve,
la impotencia, la impotencia de mi cuerpo y de la palabra)
no podría sino hacer esta lista mediocre y ausente:

1) Una novela mediocre, nada memorable, que intente perderse en el olvido
2) Una novela sin personajes, al menos, no humanos, o no "humanos"
3) Una novela sin tramas, pero no "sin tramas", eso es un eufemismo
de mediocres que arman tramas desarmadas
delirantes
vacías
no
al contrario
matar toda trama posible
4) Una novela abstracta, sin nada que contar, sin narrador, sin lugares o tiempos
5) Una novela sin autor (gracias a Dios), sin lectores o críticos.
6) Una novela sin descripciones, sin pensamientos interesantes, sin diálogos
7) Una novela geométrica, hecha de figuras abstractas, de blancos y de negros puros
8) Una novela tan invisible que no se pueda llamar "lo invisible" o "invisible"
9) Una novela que no tenga palabras escritas
10) En fin, una novela que no pueda ser escrita nunca.

El final: imposible
Escribirla; sólo hay intentos mediocres
Propongo uno:
Dobla arista negro sobre blanco sin amalgamar sonriendo simbiosis gris cruzando cuadrado inmaduro reblandecen risarisarisa triángulos filosos ladran perro dedo en la llaga tortura suplicio de arista sombra sombra sombra sin hombre sin agua
No;
no hay forma
Ni de acercarse
las palabras son burdas, son sueños que no se pegan
al frío gelatinoso de la novela
La única manera de que yo pueda nacer
(a medias, siempre se nace a medias
como las palabras, aborto de símbolos)
es inventar un yo
(Gernarion Groisson, supongamos, o algún nombre parecido)
introducirle, como una sensación o una epifanía
(invento, artilugio de la invención)
y, a punto de morir
-porque va a-
obligarlo a escribir un poema
que empiece con "yo tuve una epifanía"
Y que cuente
algo más que nada
una metáfora de mi no existencia.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Un sentido de la vida

I'm not here
this isn't happening
Radiohead, How to...


La vida tiene sentido, pero es sordo
No sordo de sordera, sería ridículo
(no es más que la multiplicación abrumadora e incansable de sonidos
todos entrecruzados sin ir a ningún lado
es la textura que se adensa entre los labios)
Una espalda firme y fría que se esconde
Una furia lenta, un suplicio, una tortura.
Es decir,
escapar,
"escape perpetuo" sería el nombre si no fuera
si no fuera más que un nombre resbaladizo y fugitivo
Si no fuera más que una palabra saltando hacia el abismo
y qué,
si "palabra" no es más que una palabra
tan rebelde, tan esquiva como cualquier otra cosa
(y cualquier otra cosa tampoco es cualquier otra cosa)
o el "sentido de la vida" que dice en el título del poema
Todo ruido
sinfonía estrepitosa
(por poner nombre grandilocuente)
desesperación; desgarrarse.

Pero el tiempo
que no es nada
todo entero, en bloque
con la insolencia de la tierra infértil e ingobernable
o las sombras de Buenos aires a la noche
a la luz de los faroles amarillos funcionando a medias
(unosiunonounosiunono)
el tiempo es grito
es no articular palabra
ya sin signo ya sin nombre
no,
sin nombre no:
sin nombrar
no es lo mismo (nada es lo mismo)
es el grito ciego que no dice nada
furia a secas, dirán
pero eso (otra vez, siempre) sería ridículo
o sería banal el uso de la palabra

es banal
y por qué no ser banal
por qué no dedicarse a ser banal por un segundo
un frío segundo perplejo
entre la soledad de la rabia o la rabia de la soledad
si toda palabra es banalidad
(como un impuesto a la realidad,
un ajuste por inflación a la realidad,
un "peinado banana" de la realidad,
o cualquier cosa similar
coartada
vacía)

Y los grandes poetas
grandes, grandes poetas
hablan de perforar, acuchillar la realidad
llegar a la tripa intensa del símbolo
y me pregunto
pasados los largos años míos
los fríos, las miserias de la Buenos Aires que amo
y que me da esa también
si cabe
fría y dura espalda
una vez más
como si nada
como la vida
y las editoriales
que se niegan a publicar este poema por
"digresión, digresión"
Y coronan a los autografistas y autobiografistas
que proliferan bajo la fuerza del odio y del asco
y no entienden
que cada poema es matarse
un "suicidio de estilo" si se quiere
si cabe la palabra
si

el poema no es una flor vacía
banal, como cualquier flor
sin siquiera una belleza posible
lo opuesto a la vida
es decir:
contra el grito sin nombres,
nombres sin grito
en un suceder interminable e intermitente de palabras huecas y sin sentido
quiero decir: yo no soy yo, esto no es cierto, este poema se publicó, nada es real,
estoy vacío
vacío
pedazos de nada desparramada
al filo del asfalto inexistente.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Volver

Volví. Volví en la derrota; en el recuerdo. Ya ni sé por qué volví. Pero estoy acá, como siempre, desde nunca. Volví, pero volví de ningún lugar, en el vacío tremendo que no llega a llenar su frío más iracundo. Hacia qué, para qué, no sé. Volver es un absurdo imposible, como el ideal o el recuerdo. Volver no se puede nunca, porque volver es el vértigo de lo desconocido. LO QUE CONOCEMOS es la mentira con la que nos queremos proteger